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LA SOLIDARIDAD HA FRACASADO

«La solidaridad ha fracasado», dice el prota de la última novela de Alberto Olmos, Ejército enemigo, en una frase que se quiere escandalosa para cierta izquierda gazmoña. «La solidaridad ha fracasado» es también la tesis contundente y sin fisuras que se maneja en un libro de título no menos provocativo: Blanco bueno busca negro pobre. El subtítulo, por si no había quedado suficientemente claro: Una crítica a los organismos de cooperación y las ONG.

Su autor se llama Gustau Nerín, un antropólogo que vive entre Guinea Ecuatorial y Barcelona de quien tuve conocimiento cuando publiqué mis Soldados en el jardín de la paz. Él acababa de sacar un relato novelado sobre el período colonial en la región continental de lo que entonces se llamaba Guinea Española y mostró interés por mi historia de alemanes, aunque le avisé de que la parte africana de mi libro era puramente circunstancial, un mero punto de partida. Fue entonces cuando sentí curiosidad por sus libros, pero este en concreto me lo recomendó el incansable Severiano Delgado.

Es difícil no compartir la tesis del libro, aunque me cuesta mucho empatizar con su forma. Y la enunciación no se puede descuidar en una argumentación. La forma puede invalidar el fondo.

La cuestión es relativamente sencilla: por más recursos que los países ricos destinen a cooperación en los países pobres, el transcurso de los años no se traduce en avances económicos para estas últimas sociedades. Al contrario, la brecha es cada vez más grande. No es un problema de cantidad de dinero, sino de concepto: los países más dependientes de la ayuda exterior son los que tienen más problemas para salir adelante. En parte, porque se ha demostrado que la cooperación exacerba los problemas económicos de las sociedades, impidiendo el desarrollo de mercados agrarios. El envío masivo e indiscriminado de alimentos gratuitos a muchas zonas provoca la ruina de los productores locales, que no pueden colocar sus alimentos.

Pero, sobre todo, la cooperación ha fracasado porque se ha asimilado a la política exterior de las antiguas metrópolis y es un instrumento más de su diplomacia o de su estrategia comercial. Por eso, España destina más recursos a aquellos países con los que tiene intereses, aunque no sean necesariamente los más pobres ni los que más reclamen la ayuda. Dice Nerín que el Estado español financia muchos programas de desarrollo en Mozambique porque le interesa mantener unas relaciones excelentes con un país del que depende la actividad de los buques pesqueros gallegos y vascos en sus aguas, y desatiende a otras naciones mucho más miserables en las que no tiene ningún interés.

Esto lo dice Nerín, y suena lógico y sensato. Su filípica contra el modelo de solidaridad es persuasiva y convincente, y se nota que se basa en un conocimiento excepcional del terreno. En este libro están condensados años de frustraciones y de amarguras vividas en la misma África. En ese sentido, es valioso porque se trata de un testimonio en primera persona enunciado sobre el terreno. Pero eso no basta para construir un alegato que se quiere totalizador.

Como saben todos los historiadores que leen mis tontadas, la historiografía distingue entre fuentes primarias y secundarias. En teoría, un libro es siempre una fuente secundaria, parte de una bibliografía que complementa una investigación —que ha de estar basada en fuentes primarias: documentos, testimonios, papelujos de archivos, chatarra de desván…—. Sin embargo, un historiador tendría muy difícil tratar este material como fuente secundaria, aunque sería valioso como fuente primaria, como las opiniones autorizadas de un testigo. Pero esas opiniones tendrían que ser corroboradas o refutadas con otros materiales. A este libro, para ser el libro potente que aspira a ser, le falta el contraste con los datos. Le falta método científico.

Es cierto que se trata de un texto divulgativo, pensado para el gran público. Pero eso no exime del rigor. En este volumen hay demasiadas historias sin documentar, demasiadas anécdotas apócrifas, demasiado c0tilleo sin mención de fecha o de lugar, demasiada malicia sin referencia.

Todos hemos sido testigos de escenas indignas e indignantes. Yo he oído a probos, doctos y muy morales caballeros elogiar los talentos sumisos y complacientes de las putas de Cuba y de Senegal. Todos conocemos cotilleos y muertos en los armarios de las alcobas más pías, pero no podemos sustentar una tesis seria con ellos. Quizá podamos diseminar una o dos anécdotas a modo de ejemplo, pero siempre que sean prescindibles, que se limiten a subrayar lo que estamos exponiendo y que vayan acompañadas por hechos fehacientes y contrastados. Pero si sólo tenemos cotilleos, no tenemos nada, aparte de resentimiento.

Y el resentimiento puede incluso estar bien, de verdad. Puede ser una fuerza poderosa y motivadora, pero no basta para convencer a nadie de nada. El resentimiento no tiene capacidad argumentativa. Sí que puede engendrar grandes novelas o grandísimas piezas literarias, porque la literatura, como tal —y la narrativa muy en particular—, no busca convencer, no es parte de un debate. Un novelista quiere compartir una mirada sobre la vida, no imponerla ni incorporarla a la discusión pública. Y esa mirada puede ser todo lo torva y maliciosa que quiera sin que su malicia destroce el mérito literario. Es más, probablemente, lo engrandecerá. Pero un ensayo, incluso un ensayo ideológico (quizá, especialmente un ensayo ideológico) necesita fundamentos y referencias en los que anclarse.

No dudo de las tesis que defiende Nerín en su libro, pero no me valen si no vienen verificadas. No hay un solo dato en todo el libro, y no sé por qué no lo hay. Una propuesta tan provocadora y tajante debe estar bien cimentada, si no, es sólo un grito, cháchara de taxista. En resumen: no se puede deslegitimar el tinglado de la cooperación diciendo que muchos cooperantes son unos pijos y unos golfos, de la misma forma que no puedo deslegitimar la literatura diciendo que casi todos los escritores son unos envidiosos peseteros y amantes de arrimarse a las braguetas de los políticos. Hay que ir más allá, hay que decir quién, dónde, cómo y por qué. Hay que dar cifras y enlazar causas con efectos. La maledicencia aliña una buena conversación entre amigos, pero no construye paradigmas.

Al menos, eso pienso yo. Y no entiendo por qué Nerín echa a perder su tesis —que considero cierta, pero más por intuición que por deducción, y porque me fío de alguien que conoce el asunto en carne propia— renunciando al trabajo intelectual y rebajando su ensayo a la categoría de panfleto.

BREVÍSIMA AGENDA DE MARZO

Hay bastantes más cosillas, pero esto es un avance de la brasa que voy a dar en varios sitios este mes que está a punto de empezar. Aprovecho para disculpar mi ausencia el pasado viernes 24 de febrero en el sarao #lared140, donde estaba previsto que moderase una mesa redonda sobre el libro digital. Cuestiones personales de fuerza muy mayor me lo impidieron. Seguro que la cosa salió mucho mejor sin mí.

Este sábado, 3 de marzo, participaré en Madrid en el Encuentro de Blogs Literarios. Están todas las superestrellas del firmamento blogosférico literario y editorial y yo, que no llego ni a asteroide. Chatarrilla espacial, si acaso. Lo pasaremos bien, de cualquier forma. Soy ponente en uno de los paneles, pero estaré por ahí todo el tiempo, incordiando. Me comentan que el aforo es limitado (y la entrada, libre), así que si a alguien le interesa especialmente algún tema o ponente, que espabile y pille sitio pronto. Se celebrará en el Medialab Prado, muy cerquita del Caixafórum. Por la tarde, a las 19.30, algunos de los autores participantes firmaremos libros en la librería malasañera (en la calle Espíritu Santo, metros Noviciado o Tribunal). Yo me parapetaré tras ejemplares de El restaurante favorito de Nina Hagen y de No habrá más enemigo, que ya ha salido del horno y esta semana empieza a circular por las peores y más lastimosas librerías del país.

Este es el programa de festejos, pero yo aviso que de este importante cónclave de sabios sólo me interesan las copas de después y la cena que dicen que nos vamos a meter entre pecho y espalda.

PROGRAMA ENCUENTRO BLOGS LITERARIOS 2012

Madrid, 3 de marzo, en MediaLab Prado

11h 00   Apertura – 15 min
Gonzalo Garrido. Escritor. Blog Literatura basura. 5 min
Belén Bermejo. Editora de Espasa Ficción. Blog La amena biblioteca de Redfield Hall. 10 min

11h 15   A qué llamamos blogs literarios-Panel – 60 min
Paloma Bravo. Escritora. Blog La novia de papá. 5 min
David Pérez Vega. Escritor. Blog Desde la ciudad sin cines. 5 min
Pilar Adón. Escritora. Blog Leo en el océano. 5 min
Jordi Corominas. Escritor. Blog Jordi Corominas. 5 min
Julián Rodríguez. Escritor. Editor de Periférica. Blog de Julián Rodríguez 5 min
Ainize Salaberri y Jenn Díaz. Escritoras. Editoras revista Granite&Rainbow.10 min
Modera: Daniel Arjona. Periodista de El Cultural.25 min

12h 15    Qué aportan y cómo influyen en la narrativa actual-Entrevista a 4 – 45 min
Alberto Olmos. Escritor. Blogs Lector Mal-herido y Hikikomori.
Javier Avilés. Escritor. Blog El lamento de Portnoy.
Constantino Bértolo. Escritor. Editor Caballo de Troya.
Pregunta: Luis Magrinyà. Escritor. Editor de Alba.

13h 00   Break – 15 min

13h 15   ¿Puede convertirse en un género literario?-Panel – 60 min
Enrique Redel. Editor de Impedimenta. 5 min.
Gregori Dolz. Editor de Alrevés. 5 min.
Juan Aparicio Belmonte. Escritor. 5 min.
Sergio del Molino. Escritor. Blog de Sergio del Molino. 5 min.
José Antonio Valverde. Librero. 5 min.
Modera: José A. Muñoz. Director de Revista de Letras. 35 min.

14h 15    ¿Tiene sentido editarlos en libro? ¿Cómo se comercializan los blogs?-Panel – 45 min
Eduardo Laporte. Escritor. Blog El náuGrafo digital.5 min
Imma Turbau. Escritora. 5 min
Emi Lope. Editora Plaza & Janés. 5 min
Amalia López. Editora Sinerrata. 5 min
Jorge Degeneffe. Jefe de compras del departamento de librería de Hipercor. 5 min
Javier López. Librero La Independiente. 5 min
Modera: Ana Tagarro, Subdirectora de XL Semanal. 15 min

15h  00   Finalización

19h  30   Vino en La Independiente y firma de libros de los autores participantes en el Encuentro

El 9 de marzo, viernes, estaré en Huesca en una doble (o triple) presentación en la ya muy castiza librería Anónima. En principio, el sarao iba a ser para presentar allí El restaurante favorito de Nina Hagen, pero aprovechando que ya circula No habrá más enemigo, haremos un preestreno oscense del libro allá (o segundo preestreno, después de la firma de Madrid). También estará Javier Romero presentando El día en que Bunbury fue Elvis y Eva Amaral hizo los coros, libro más breve que su título. Dicen que habrá música en directo, pero, de nuevo, yo iré sólo por la comida.

El 15 de marzo, jueves, estaré con Manolo Vilas en la librería Cálamo de Zaragoza presentando la última novela de Marta Sanz, Un buen detective no se casa jamás (Anagrama).

Y por último, el 29 de marzo, la traca buena. Por la tarde (creo que a las 20.00, pero no estoy seguro), en la Fnac de Zaragoza, presentación oficial y etílica de No habrá más enemigo. Oficiará de maestro de ceremonias mi admirado Miguel Serrano.

Se están cerrando presentaciones de la novela en Madrid y Barcelona, aunque serán ya para abril.

Hay más cosas en marzo y más allá, pero esto es lo principal.

Sólo un último anuncio fuera de este programa de festejos: el 10 de mayo inauguraremos la exposición La pequeña Alemania de Zaragoza, en el Centro de Historias. La estamos terminando de diseñar y de montar, pero pinta muy bien.

Está basada en mi libro Soldados en el jardín de la paz y su diseño y forma es obra de Beatriz Lucea, con quien hábilmente me he asociado en esta aventurilla. Yo sólo he saqueado un par de desvanes y he escrito cuatro textos, pero ella se está currando lo fundamental.

SOLDADOS EN EL JARDÍN DE LA PAZ (VERSIÓN USA)

No sé todavía qué pensar. Entre otras cosas, porque no he leído el libro en cuestión, pero me escribe en un inglés muy amable y refinado el señor Robert Wright, autor de Beyond Ultra, una novela que salió en mayo de este año en Estados Unidos. Según me cuenta, trata de un alemán colono en Camerún que es evacuado a la Guinea Española en 1916, donde conoce a una española con la que festeja y al final se casa. Tienen tres niños. Dos de ellos se van a Alemania, donde acaban nazis perdidos, y el pequeñito marcha a Estados Unidos a estudiar en la Universidad de Columbia. Cuando estalla la guerra, este último se convierte en un agente doble y tal y cual.

No sé de qué me suena a mí todo esto. Tengo una sensación de déjà vu que no puedo con ella.

En fin, que Mr. Wright me ha escrito mostrando un vivo interés por mi librito y por la aventura de los alemanes que cuento en él, así que corresponderé leyendo el suyo. Este es su vídeo de promo.

PALABRAS

Iba a escribir del 11-M, de cómo me abocó a uno de los trabajos más amargos e ingratos de mi vida profesional, en cómo me vi metido en la casa de una familia que había perdido a su hijo, en una casa donde todo, absolutamente todo, era dolor: cada palabra dicha, cada gesto, cada foto de la pared. Todo latía en un escozor intenso que se contagiaba y me paralizaba.

Y a mí me tocaba hacer las preguntas. A mí me tocaba contar su historia.

Por suerte, les gustó. Elogiaron una sensibilidad que dudo haber tenido y se sintieron a gusto con los textos que compuse. No sirvieron de nada, pero, al menos, no hicieron más daño, no depositaron más sal. Y eso, si no un triunfo, fue un consuelo, qué quieren que les diga.

Me acuerdo de ellos cuando llega esta fecha, pero esta vez no quiero escribir más del tema.

Así que, cambiando completamente de registro, os enseño esta foto, inédita hasta ahora:

Como se lee en la esquina inferior derecha está tomada en Zaragoza en 1927, y el hombre de la derecha es Hans Jürss, alemán del Camerún que se instaló en estas tierras en 1916. La foto me la ha mandado su nieta, Ana, que vive en Galicia y ha encontrado mi libro Soldados en el jardín de la paz, donde se cuenta la historia de algunos compatriotas de su abuelo. Me dice en un correo que me ha enviado, y que reproduzco en parte con su permiso:

Soy nieta de Hans, un alemán del Camerún que se afincó en Zaragoza en 1916 y se casó con “la bella de Calanda”, Francisca Jarque.

Tuvieron cuatro hijos; el mayor, mi padre, nació en la aldea alemana de donde era oriundo mi abuelo. Reresaron a España al poco de nacer mi padre (1920) y se quedaron en Zaragoza.

Al comenzar la Segunda Guerra Mundial las autoridades militares alemanas instaron a la familia a que volviera a Alemania a cumplir con sus obligaciones de ciudadanos alemanes. Mi padre acababa de iniciar sus estudios de medicina y recuerda el acoso tan tremendo que sufrió por parte del cónsul de Zaragoza para alistarlo. Mi padre, tras presentar numerosos certificados médicos falsos y desoir sus llamadas, consiguió quedarse en España y se refugió en Valladolid donde continuó sus estudios.

Son reacciones que voy recibiendo y que me indican que mereció la pena escribir el libro. Alicia, nieta de Alfred Schott, botánico instalado también en Zaragoza en 1916, me dijo, tras leer mis Soldados: “Ahora entiendo muchas cosas de mi padre que no entendía”.

Al final va a resultar que no trabajo de balde, que mis palabricas aprovechan a otros. Tengan cuidado, porque si me lo ponen tan fácil y son ustedes tan agradecidos, no pararé de escribir libros, que cuando me da por algo soy muy terco.

MIS SOLDADOS EN LA TELE

No pude hacerlo en su momento, pero ya está en Youtube mi intervención en el magacín de Aragón Televisión La vida sigue igual (prime time de los lunes, uno de los programas que más gustan a los jóvenes de más de 60 años). Fui a rajar de mi libro Soldados en el jardín de la paz. Me acompañaron en plató Pablo Bieger, Juan Kurtz y Anneliese Wingenbach. Fue el 16 de noviembre pasado. Creo que quedó molón. Lo pongo a cachitos de tres o cuatro minutos cada uno.

UN REGALO DE PAPÁ NOEL

Creo que el prestigioso crítico y escritor Hilario J. Rodríguez no se parece nada a Papá Noel (en realidad no lo sé, porque no nos conocemos personalmente), pero esta semana me ha dejado un regalo como si fuera el gordo Santa. No lo ha echado por la chimenea, sino que lo ha diseminado por los kioscos. Este sábado, el suplemento Artes y Letras Aragón de ABC le dedica la portada y dos paginones a glosar mi librico Soldados en el jardín de la paz. Ya he puesto una cerveza bávara de trigo a enfriar para celebrar esta desmesura al estilo germano.

Insisto en que no conozco a Hilario -aunque creo que eventualmente hemos compartido editor- ni me debe dinero, ni favores, ni nos hemos acostado juntos ni nada de eso. Lo digo porque, descartando estas circunstancias, este párrafo resulta incomprensible (en un panorama juntaletrero en el que se tiende a hablar sólo de los amigos y de los amigos de los amigos):

Su lectura [la del libro aludido, claro] resulta a veces melancólica, otras muy enérgica, contradictoria. Entre las frases puede escucharse una música que confunde a W. G. Sebald con los historiadores grecolatinos, un ritmo que oscila entre la audacia de los periodistas y la inventiva de los fabuladores.

Cosas así las había escuchado hasta ahora de boca de mi chica o, a lo sumo, de mi madre, pero no de alguien que no ha tenido sexo conmigo o que no me ha parido con agudos dolores. Así que estoy ruborizado, Hilario. Esas cosas sólo se pueden decir en la intimidad del lecho, no ante miles de lectores decentes y empachados de los banquetes navideños.

Sebald e historiadores grecolatinos, nada menos. Me conformaba con Corín Tellado y el Chuck Norris de la teletienda como referencias intelectuales. No pico tan alto, pero gracias de cualquier modo.

Y ya paso de autopelotearme y de tocarme en público, que vienen invitados a comer y me toca cocinar, como siempre (me lavaré las manos antes, no sufráis por ellos).