EL DÍA DE PABLO

Esta es la columna que Cris ha publicado hoy en las páginas de opinión de Heraldo de Aragón. Yo no la firmo, pero la suscribo en cada letra y en cada espacio entre las letras. Comprenderán que hoy no estamos para muchas juergas. No me busquen, que no me van a encontrar, déjenlo para mañana.

14 respuestas a EL DÍA DE PABLO

  1. mis cosicas

    Que preciosidad

  2. Un amor más fuerte que la muerte. Bellísimo encomio al propio hijo. Un abrazo.

  3. Una sobrecarga de fortaleza y ánimo para seguir. El articulo lo leí en prensa, sólo con el título ya sabía que os pertenecía. Creo que hoy es fiesta en Madrid: La Almudena. Que lo sea también en vuestros corazones con el hermoso recuerdo de vuestro hijo.

  4. Dejado lo anteriormrente expuesto. Pido disculpas por llegar tarde al “dia de las corbatas”. He leído todos los interesantes comentarios, pero me inculpo de ser un raro especimen. Si he visto todo el debate, o lo que fuere, y Si llevo idea de votar, porque tengo derecho a ello y obligación moral de hacerlo. No debo ni deseo influir, pero detecto un malestar general en lo leído, por varias cuestiones (no las repito) pero sí que quiero que algo cambie y tendré que decidír a quien quiero que lo haga, lo mismo si deseo que todo lo anterior, continúe como está. Ya sé que no es tan fácil la cosa, pero ¿Como puedo yo quejarme después, si no participo en la elección? Ah, no pienso marcharme de mi país, haga o no frío en el norte, estoy aquí para gozar y sufrir lo que nos toque. De momento HOY HE DECIDIDO SER OPTIMISTA, total para cuatro días…
    Por cierto, hay ha salido un día precioso, que nadie me lo estropee

  5. Cris es una gran mujer y muy fuerte ….Pablo no se merecía menos.
    Dale un beso muy gordo de mi parte y otro para tí .

  6. Y Pablo también disfrutó de unos padres maravillosos. Sois simplemente admirables.

  7. Con un nudo en la garganta, os mando un fuerte abrazo ….

  8. Me ha emocionado. Es lo más bonito que he leído en semanas…

  9. La vida está ahí, está aquí, y con Pablo. Creedme que me resulta difícil decir esta frase, con sinceridad, interiorizándola, siendo madre de dos hijos. Se me eriza el vello al escribirla porque me veo en vuestra piel y siento un vértigo que me puede. Pero la propia Cristina lo dice, y en su voz vale más que en la mía: no puede la muerte con el amor. Ni con la vida. Un abrazo no de dos sino de mil años.

  10. Asi es la muerte no puede co el AMOR, MIL BESOS A LOS DOS

  11. Tengo un nudo en la garganta.

    Os quiero mucho, Sergio

  12. He recalado en este blog muchas veces, y supongo que hubiese sido mejor saludarte en cualquiera de las otras visitas. No lo hice en su momento y ahora siento que debo hacerlo, porque siento que me entristece vuestro dolor y aunque no pueda evitarlo, quizás deba de alguna manera compartirlo. Te dejo un poema que espero que te guste, y espero que te moleste si coloco el artículo de Cristina en mi Blog.

    Un abrazo.
    V.

    PERO, MI NIÑO ES TAN DEBIL…

    Le dije a la luz: no quiero
    que la noche me persiga.
    Y la luz me contestó:
    lo imposible, no lo pidas.
    Quiero que todos me vean
    porque estoy desconsolada;
    el amor que era mi vida,
    la noche siempre lo apaga.
    Ya no vendrá por la noche,
    sólo brillará en el día.
    Es un amor tan pequeño
    que necesita alegría.
    Yo puedo quererle siempre,
    si hace sol o no lo hace.
    Pero, es un amor tan débil
    que necesita alumbrarse.

    Poerma escrito por Carmen Conde -esposa de Miguel Hernández- por la muerte de su hija

  13. Me autocorrijo: el matrimonio de Carmen Conde fue con el también poeta Antonio Oliver. Lo de Miguel Hernández fueron las Nanas de la cebolla, pero eso es otra historia.

  14. Si se me permiten unas poquitas palabras para el recogimiento ante tal dolor, le dejo aquí la traducción de un poema que Joan Margarit escribió en momentos similares. Disculpe el saludar ahora sin haberlo hecho antes, pero el dolor tiene algo…qué sé yo, que parece unir… ¡Y las madres…!
    Un abrazo, atte.
    PeterP.

    LA ESPERA

    Te están echando en falta tantas cosas.
    Así llenan los días
    instantes hechos de esperar tus manos,
    de echar de menos tus pequeñas manos,
    que cogieron las mías tantas veces.
    Hemos de acostumbramos a tu ausencia.
    Ya ha pasado un verano sin tus ojos
    y el mar también habrá de acostumbrarse.
    Tu calle, aún durante mucho tiempo,
    esperará, delante de tu puerta,
    con paciencia, tus pasos.
    No se cansará nunca de esperar:
    nadie sabe esperar como una calle.
    Y a mí me colma esta voluntad
    de que me toques y de que me mires,
    de que me digas qué hago con mi vida,
    mientras los días van, con lluvia o cielo azul,
    organizando ya la soledad.

    Joan Margarit, en “Joana”.

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