La búsqueda de Google normas twitter da 36,2 millones de resultados.
Entre los resultados de la primera página, estos:
10 normas de seguridad para usar Twitter en el aula | tecnoTIC.com
La búsqueda en inglés Twitter rules es mucho mejor: 544 millones de resultados (teniendo en cuenta que Twitter rules significa tanto “normas de Twitter” como “Twitter manda”).
Vamos, que no es difícil concluir que el público está ávido de instrucciones de uso de ese coso llamado Twitter, y que, por suerte, los expertos en la materia son abuntantísimos. Ojalá hubiera habido tantísimos gurús del futbolín en mis años de mocedad, pues nos hubiéramos ahorrado muchas peleas y diatribas: según los barrios o las pandillas, era lícito hacer la ruleta, o no valían los goles marcados con la defensa, o no se podía tirar hacia atrás. Cuántos ojos morados y cuántas amistades truncadas se habrían evitado de haber tenido la misma información sobre lo que se puede y no se puede hacer que tenemos los tuiteros.
Cuesta creer que una cosita tan sencilla necesite de una regulación jurídica mucho mayor que la del Código Penal, el Código Civil, el Código Canónico y la de la Ley de Enjuiciamiento Civil juntos. En serio: escribir frasecitas y darle al enter no puede ser tan complicado. Entender a Wittgenstein es complicado y requiere años de estudio; entender Twitter está al alcance de cualquier púber y requiere media hora de trasteo para dominar todos sus arcanos. O, al menos, para desenvolverse con soltura en un nivel de usuario.
Uno de estos mandamientos:
No hay que molestar a los otros twiteros enviando mensajes constantemente. Resulta cansador y ocupa demasiado espacio y atención. Si se tiene tanto que decir quizá sea mejor un blog.
Cansadora y hasta faeminadora es la obsesión de los gurús por optimizar (sic) nuestro éxito en Twitter. Por lo visto, hay gente que cobra por recomendarnos que no es bonito tuitear mientras cagamos y describir en el tuit el aroma y la textura de nuestro output intestinal, o que es de buena educación responder a quienes nos hablan. Algunos son menos obvios y nos llaman malos tuiteros por seguir a gente inadecuada, que no aporta información o que cuenta su vida en vez de retuitear artículos del Financial Times, y hasta nos riñen por contar chistes en Twitter o por no ponernos todo lo solemnes que cabe esperar de unos profesionales responsables.
Pero los gurús no se conforman con ordenar nuestra conducta: reflexionan sobre ella y su sentido. Un tuitero que además es periodista, ¿es antes periodista o tuitero? ¿Habla en nombre de su empresa o de sí mismo? ¿El tuitero, nace o se hace? ¿Twitter es uno y trino, como su nombre indica? ¿Hay un tuitero en la luna, junto al gallego aquel? ¿Influyen los tuiteros en la excepcional e imparable racha del Barça, o acelerarán su decadencia? ¿Los 140 caracteres de los tuits están pensados para cerebros poco evolucionados como el de Leire Pajín?
La diferencia con los gurús de lo cotidiano es que estos son apestados sociales que reparten papelitos por las calles, mientras que los gurús de Twitter dan charlas en el MIT, tienen blogs en elmundo.es y venden a las empresas carísimas estrategias de marketing en internet.
Cuando José María Íñigo (el gran José María Íñigo, prodigio de voz, poderosa presencia escénica, refinada educación à la ancienne) se hizo de Twitter muchos le seguimos tras darnos cuenta de que su único propósito era contar un montón de chistes por minuto. Un bombardeo masivo de humor blanco y tierno que a unos pocos miles de personas, al parecer, nos hace mucha gracia. Pero no se la hace a los expertos de la cosa de Twitter. Una seguidora pronto tuiteó: “Por favor, que alguien le explique a este abuelito (sic y resic) que Twitter no es para contar chistes viejos”. Son los mismos que se indignan de que Bisbal o Paquirrín tengan cuenta en Twitter, como si la cosa no fuera gratuita y sencilla. Vamos, hombre: si Bisbal y Paquirrín se manejan con los 140 caracteres, el asunto no puede tener mucho misterio, no creo que precise de catedráticos ni doctores en la materia.
¿Para qué es Twitter, queridos expertos? ¿Por qué José María Íñigo es peor tuitero que uno de esos plastas que se pasan la vida poniendo enlaces de charletas de marketing de tres al cuarto? Son preguntas retóricas, aviso, no sea que haya un gurú en la sala dispuesto a hacer una presentación en Power Point (o en su equivalente de Apple) explicándomelo.
La Polla Records, en su glorificado disco Salve, tenía una canción titulada El gurú, cuya letra sigue siendo válida para los gurús de la interné:
¿No te bastó ver haciendo el imbécil a los hippies?
¿No ves que tenemos desequilibrio y neurosis?
¿Cómo quieres mentes puras si cagamos juntos?