CONTRA EL PÚBLICO

Precauciones antes de redactar el post: es muy sencillo diagnosticar los males cuando ya han sucedido, se aprecia mucho mejor la paja ajena que las vigas propias y es pan comido hacer leña del árbol caído. Tengo presente el refranero español y me lo aplico antes de escribir. Como si me pusiera un preservativo mental. Pero una vez enfundado el profiláctico, sin miedo a gonorreas, escribo.

A propósito del tema de Público. Bueno, no: a propósito de la carta que el director de Público ha publicado (valga la publicancia) exponiendo las razones de su periódico para declararse en suspensión de pagos y quedarse al borde del cierre sin llegar a cumplir un lustro de actividad empresarial (link aquí). Bueno, corrijo otra vez: la carta es la excusa o el pie forzado para reflexionar sobre algunos aspectos del periodismo que nos ha tocado malvivir.

Jesús Maraña, el director de Público, afirma en el primer párrafo de su carta que «estas líneas no pretenden ningún tipo de justificación ni tienen un ánimo exculpatorio». Volviendo al refranero español: dime de lo que presumes. Porque a mí su texto sí que me suena a exculpación. No encuentro una sola autocrítica, ni un leve mea culpa, ni el más sutil la cagamos.

Qué suerte han tenido muchos directivos (no sólo de la prensa, sino de todo tipo de sectores productivos) al encontrarse con una crisis económica que les exonera de cualquier responsabilidad. ¿Malas decisiones? ¿Inversiones ruinosas? ¿Degradación del tejido profesional y de las condiciones laborales de los currantes? ¿Mala calidad del producto que se vende? Tonterías: la culpa de todo la tiene Yoko Ono, esa crisis con cara de estreñida malfollá.

Quién tuviera una crisis a mano para responsabilizarla de todos los marrones, como el perro de la casa o la socorrida Yoko Ono. ¿Que yo he roto el jarrón? Habrá sido la crisis económica. ¿Que hay un cargo en la Visa de dos mil euros en el Club Tetylla’s? Habrá sido culpa de la crisis económica. ¿Que ya no te miro a los ojos cuando hacemos el amor? La puta crisis económica, que nos jode hasta el sexo.

Antes, la culpa era de internet, que nos quitaba la audiencia. Desde que cayó Lehman Brother’s, es de la crisis. Nuestra, nunca. Los directivos de los medios no asumen ninguna responsabilidad en la caída de sus empresas. Todo responde a causas exógenas. En los despachos y en los consejos de administración nunca se ha tomado una mala decisión, los departamentos comerciales jamás han perdido cuentas publicitarias por una gestión equivocada, los gerentes siempre han invertido el dinero en apuestas rentables y seguras, y los responsables de recursos humanos siempre han asignado los mejores profesionales a las áreas adecuadas, manteniendo las redacciones bien nutridas de sabios y audaces periodistas con todos los medios técnicos y financieros a su disposición para realizar su trabajo en condiciones óptimas y dignas.

Nunca jamás se equivocaron. Si hay un culpable, es la crisis, esa cosa abstracta, esa plaga bíblica que a todos nos achucha y encoge. La puta Yoko Ono aquella, que le comió el tarro a John.

En cambio, muchos periodistas llevan años clamando contra el deterioro de la profesión. Desde mucho antes de que se derrumbara Lehman Brother’s. Son Casandras con voz ronca y algún ERE firmado en la flor de su vida profesional. Decían: los periódicos cada vez están peor escritos. O: los publirreportajes están sustituyendo a los reportajes. O: los medios tratan a sus audiencias como si fueran imbéciles, y el público se cansa de que le llamen imbécil. O: los periódicos se han encerrado en un discurso endogámico con los políticos y lo que cuentan apenas tiene que ver con lo que de verdad está pasando en el mundo; los lectores cada vez nos reconocemos menos en las páginas.

Porque ése es el segundo culpable: el público. Lo dice bien claro Jesús Maraña en su carta exculpatoria:

Los problemas que atraviesa Público no derivan, por tanto, del cambio político surgido de las últimas citas electorales; al contrario, desde el punto de vista periodístico, el panorama que se abre para una cabecera como ésta gana aún más interés. Sí merecería una reflexión en los ámbitos de la izquierda (y de la sociedad en general) el evidente desequilibrio en el paisaje mediático, que no refleja en absoluto la realidad sociológica de este país.

Genial. Lo traduzco, por si alguien es duro de oído y no lo pilla a la primera: hemos hecho un periódico de izquierdas cojonudo, y los gilipollas de izquierdas van y no lo compran. Idiotas, que sois unos idiotas que nos habéis llevado a la ruina.

Me imagino a Maraña ligando en un bar y sufriendo el rechazo de la despampanante Pechazos Muerdomuslez. Le diría Maraña: «Imbécil, tía sosa, que estoy aquí, escenificando la mejor renovación del arte del ligoteo desde el estudias o trabajas, y tú sin apreciarlo, boba, que eres boba. Te estoy poniendo en bandeja follar conmigo, y yo follo muy de izquierdas, y tú haciéndote la estrecha. ¿Para qué has venido a este bar, entonces?».

Son reacciones parejas, la del bar y la de la carta. En resumen: si no me lees, es que eres imbécil, y encima tienes la culpa de que 160 trabajadores se vayan a la puta calle. Para que te enteres.

Muy bonito y muy tradicional eso de echar la culpa de tus males a tus clientes, potenciales o en acto. Así se vende un producto, insultando a tus compradores. ¿En qué escuela de negocios enseñan esas técnicas de venta? ¿En la de la SGAE? Ni los Sex Pistols se pasaban tanto.

Yo podría haber sido un cliente potencial de Público. Y, de hecho, cuando salió, lo recibí con ciertas esperanzas. Lector antañón de El País y harto de muchos de los vicios y tomaduras de pelo del diario de Prisa, estaba dispuesto a cruzarme a cualquier acera que me ofreciera lo que El País hacía tiempo que me negaba y que una vez me dio: buen periodismo, bien escrito, honesto, exigente y respetuoso con el lector. Pero, a las pocas semanas, Público me dejó claro que no quería cautivar a los desencantados de El País, como yo. Lo tenían bien fácil, pero había un montón de cosas que nos repelieron, muy a nuestro pesar.

Desde el diseño chillón y el enfoque sensacionalista y no pocas veces chabacano de las portadas, hasta el tufillo paternalista de la línea editorial, pasando por el bajo nivel general de la redacción de los textos, con numerosas e imperdonables erratas y con párrafos mal construidos y de gramática dudosa, hasta el pobre perfil intelectual de muchas de las firmas y las campañas de promoción Manu Chao style que dibujaban un target en el que difícilmente podíamos encuadrarnos muchos lectores veteranos. Para mí, y me consta que para otros como yo, Público ha sido una decepción, un periódico que lo tenía todo —nueva planta, sin hipotecas ni vicios heredados— para conectar con una juventud ilustrada y urbana.

No culpo a la redacción. Hablo de estrategia empresarial, de decisiones que nada tienen que ver con el desempeño diario de los profesionales. Quienes han ideado Público y quienes han avalado sus apuestas periodísticas han acabado componiendo lo que para mí es un periódico pobre, sin entidad para competir con El País. Y eso es imperdonable, porque El País es un púgil viejo y exhausto que sólo necesita un golpecito para caer K. O. Que hayan sido incapaces de derribar a un ente decrépito como ese (o, al menos, de apropiarse de buena parte de su audiencia) debería hacerles reflexionar sobre lo mal que lo han hecho. Insisto: a los directivos que se autoexculpan, no a los periodistas de la redacción.

Nada de esto he visto en la carta del director. ¿Lo habrán hablado al menos en privado? Empiezo a dudarlo.

Por supuesto, esto es historia-ficción. Podrían haberlo hecho genial, tomando las decisiones correctas y produciendo un periódico maravilloso digno de ser leído de la primera a la última página y de ser enmarcado luego. Y aun así, aunque tuvieran la vitrina a reventar de Pulitzers, puede que se vieran en las mismas. Pero, en ese caso, caerían con la cabeza bien alta, asegurando que ellos lo hicieron de puta madre y que fue Yoko Ono la que les jodió el invento.

Desde luego, hasta que los directivos de los medios no asuman su parte de responsabilidad en el desaguisado general, las caídas no van a ser dignas, y las cartas de descargo serán tan feas como esta de Jesús Maraña.

19 Respuestas a CONTRA EL PÚBLICO

  1. viajeroaitaca

    Yo, que soy muy pedante, prefiero los latinajos. Frente al “dime de lo que presumes”, abogo por excusatio non petita, acusatio manifesta (que además se puede gritar en plan hooligan por la calle)

    Por otra parte, comparto tu texto al 100%. En general, los periódicos son cada vez peores. Cómo estará el patio que el único que me gusta (por diseño, elegancia, buena escritura…) es The Economist. Y eso que es un semanario y discrepo con su línea editorial.

    También soy un desencantado de El País; también creí que Público iba a ser mi nueva casa. Pero nada. Me gusta alguna vez, pocas. Sí leo en internet a varios de sus periodistas, en especial a Guerra Eterna y a Escolar (aunque a Ignacio lo leo casi por obligación, como antes se leía El País).

    En fin.

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  3. Carlos Villanueva

    Es difícil criticar este post. Indudablemente siempre que cae una empresa toda o parte de la culpa es por la gestión, por lo que la crítica al gestor siempre será fácil y acertada. Pero en el caso de Público hay algo más.
    Hay empresas que desde su nacimiento todo es cuesta arriba, y eso cansa, consume, y se necesitan apoyos, y hay dos formas de continuar: o mueres de pie, o continúas de rodillas. Aceptar los apoyos irían en contra del ideario del periódico, y sobreviviría sin prestigio alguno. ¿Qué dirían sus lectores si para sobrevivir acudiera a los anuncios porno, por ejemplo, o regalara sartenes el fin de semana a pagar en cómodos plazos?
    Entiendo que no te guste este periódico, ya que no utiliza tu léxico y supongo que jamás se te dejaría escribir en él, pero tu crítica fácil e insultiva sólo sería aceptable en prensa de éxito como La Razón o La Gaceta. Te lo recomiendo.

  4. Mr. Villanueva: ¿Crítica fácil e insultiva? Fácil, puede. Insultiva… Para Yoko Ono, quizás, pero, ¿a quién no le gusta insultar a Yoko? No sé si me dejarían escribir en “Público”. Ni lo he intentado ni me han invitado nunca. Tampoco excluyo los razonamientos que haces ni contradicen nada de lo que pueda haber escrito yo. No echo la culpa al gestor, sino que me gustaría (ni siquiera reclamo, no soy nadie para reclamar nada) que alguna vez asuman sus errores y no achaquen todos los fracasos a imponderables externos e ingobernables. Y aprovecho también para desgranar mis impresiones como lector y las razones por las que sospecho que su propuesta no cuajó en su público potencial y natural, entre el que me incluí desde el principio. Tampoco he intentado escribir en La Razón o La Gaceta ni me han invitado a ello, pero el hecho de emplear un tono rasposo y coloquial dudo mucho que equipare mi estilo al de esos periódicos.

  5. Bueno, hay al menos otro detalle en la carta del director que pone los pelos de punta, cuando dice aquello de “Las causas concretas importan hoy poco a las 160 familias que ven peligrar sus puestos de trabajo directo…” ¿Familias? Ésa es la falta de rigor, el sentimentalismo verbal que hace que algunos desconfiemos de Público desde el principio (por no hablar de la colaboración de Sabina).
    Espero que estés bien, Sergio. Te seguimos siempre.
    Abrazos

  6. En unas cuantas cosas me has retratado. Como lector, digo.

    Creo no hay ninguna, NINGUNA excusa, para que un periódico tenga tantas erratas y faltas de ortografía como tiene Público. Y la culpa de que eso llegue a ocurrir es, en primer lugar (cronológicamente hablando), del que lo escribe; pero la responsabilidad, que es otra cosa, es de sus jefes. De quienes lo han puesto ahí sin estar cualificado, o no le aprietan para que escriba con calidad, o le aprietan demasiado para otras cosas “más importantes”.

    Claro que la ortografía no equivale a calidad periodística; pero es que es el primer mínimo, ese que ni se pide explícitamente. Si no empiezas por ahí, que es muy fácil… ¿cómo vas a tener cosas que son objetivamente mucho más difíciles? Decía Javier Ortiz, con mucha razón, que empiezas negándote a usar muletillas de moda, o preguntándote si una frase está redactada como debe, y acabas preguntándote si es verdad lo que estás escribiendo o si no faltará este o aquel dato, esta o aquella versión.

    Dicho esto, el periodismo de Público no es, ni mucho menos, nefasto; y ojalá sobreviva. Pero “no ser nefasto” no es suficiente, y es verdad que algo de autocrítica le ha faltado a Maraña.

  7. Pingback: Periodismo, periódicos e información. « Jorjón versus Jorge

  8. Se veía venir. En cuanto se dejaron de “colaborar con anuncios subvencionados” por parte de unas directrices políticas muy claras, entró en una “cruel enfermedad”. Lo dicho, se acabó el alpiste y se murió el canario.

  9. Hace mucho tiempo que dejé de comprar Público, aunque sigo leyendo la edición de Internet. En general estoy de acuerdo con Sergio en lo de la decepción sobre la línea editorial de ese periódico, pero también me influyó lo mal escrito que está. Mal redactado y mal planteado.
    Por ejemplo, la cantidad de noticias, en especial de ciencia, que parecen estar escritas con el Traductor Google. O la costumbre de subrayar con negritas las frases que al redactor le parecen más importantes, por si acaso el lector no se percata de dónde está la enjundia. Últimamente, al que pone los títulos en la edición de Internet le ha dado por fulminar, y en lugar de recortar o suprimir, lo fulmina todo (busca con Google:
    fulmina site:publico.es).
    No sé hacia dónde va el periodismo. Pero sé que no me gustan los periódicos mal escritos. Por eso leo este blog, que es como una especie de noticiero sobre todo y sobre nada, pero está bien escrito.

  10. “Público” siempre me ha parecido un periódico mal avenido. Cutre, poco atractivo (al menos, para mí) y muy tópico con la izquierda. ¿De verdad era un periódico de izquierdas? A mí me ha parecido más bien una broma de un grupo de juerguistas de derechas que un periódico serio de izquierdas. ¿Que los de izquierdas no saben escribir bien? “Público” escribía de pena. ¿Que los de izquierdas no piensan? “Público” no encadena dos ideas juntas ni en una página. ¿Que en el público de un periódico de izquierdas no hay nadie culto? “Público” utiliza un lenguaje plano, repleto de tópicos y dirigido al público ideal marxista.

    ¿Es que nadie de la directiva se dio cuenta de que ese público ideal marxista no existe, al menos, en nuestros días? ¿Que hasta el belenestebaniano es capaz de reconocer un ad verecundiam y pronunciarlo con pedantería latina?

    Estoy totalmente de acuerdo con Sergio. No sé si “Público” hubiera sido el gran diario de la izquierda en España, pero desde luego es imposible que algo así pudiera prosperar triunfalmente. Y ni siquieran tienen el valor de admitir sus culpas.

  11. A pesar de ser abiertamente de izquierdas y sentirme defraudada por la línea ideológica de El País desde hace años, nunca ha sido lectora de Público. Nunca me gustó su estilo, la profundidad de sus textos, la configuración de su maquetación, ni la calidad de su escritura… Dicho lo cual, coincido contigo en parte de tu entrada: si una empresa se va a pique la responsabilidad debe aplicarse a sus gestores que son los que deberían haberla sacado adelante. Y así empieza su carta Jesús Maraña asumiendo la responsabilidad de la dirección. La autocrítica está en el primer párrafo, y aunque es cierto que podría pedirsele un grado más alto de flagelación, creo que no les ha tocado la situación más favorable, y que es algo que afecta a los medios de comunicación de forma generalizada.

    En cualquier caso, lo que no me ha gustado de tu post es ese afán de traducción… será que no me gusta que me interpreten las cosas. Según tú, el párrafo que resaltas de la carta de Maraña es para culpar a los lectores… ¿de dónde lo sacas? El director de Público ofrece hasta cifras para argumentar que los lectores han estado apoyando el diario tanto en su versión escrita como en la digital… y lo que pide es una reflexión sobre porqué está tan desequilibrado hacia la derecha el panorama mediático español… Una reflexión que ha de hacerse y que sin duda tiene más que ver con el tejido empresarial y sus apoyos publicitarios, que con lo que tú interpretas… Por favor, no traduzcas si no controlas el idioma.

  12. Isa: en primer lugar, gracias por la lectura y el comentario. Ahora bien, yo tampoco sé de dónde sacas tú que la reflexión que reclama Maraña tiene más que ver con el tejido empresarial y sus apoyos publicitarios, cuando la dirige a los “ámbitos de la izquierda” (sea lo que sea eso, pero no, desde luego, empresas o anunciantes) y a “la sociedad en general”. Es decir, a ti y a mí, a los que no hemos comprado. Me parece evidente y claro para cualquiera que sepa leer. Si no te ha gustado mi “traducción”, qué le voy a hacer, pero prefiero ser descalificado por malintencionado que por idiota o analfabeto. El idioma lo comprendo, porque lo he sufrido muchísimo tiempo y he aprendido a hablar en él. Cuando un director de periódico habla sé exactamente lo que quiere y lo que no quiere decir. Por desgracia, ojalá no lo hubiera tenido que aprender. Yo creo que es tu interpretación la que no se justifica en el texto.

    Por otro lado, yo no reclamo más flagelación, sino honestidad. De nada sirve decir que no escurres el bulto en el primer párrafo si dedicas los seis siguientes a escurrirlo. De hecho, roza lo insultante. Especialmente, cuando asegura: “Es obvio que la principal causa de la actual situación tiene su origen en la crisis económica”. Pues a mí no me parece tan obvio, la verdad, y a desmontar esa obviedad he dedicado parte del post. Es también preciosa la frase que dice: “Las causas concretas importan hoy poco a las 160 familias que ven peligrar sus puestos de trabajo directo o a las decenas de colaboradores y acreedores afectados”. ¿Cómo que importan poco las “causas concretas”? Entonces, ¿qué coño importa aquí? Si no identificamos los errores, ¿cómo vamos a corregirlos y prevenirlos en el futuro? Si no sabemos por dónde se escapa el agua, la embarcación se hunde sin remedio. Pero sí, habrán convenido, dejémoslo en que las causas concretas importan poco, no vayan a descubrir los trabajadores su verdadero origen y vengan a exigirnos cuentas con antorchas y guillotinas.

    La cuestión de fondo, que ni Maraña ni ningún director abordará jamás, es que unos empresarios irresponsables han jugado con las vidas y los trabajos de muchos profesionales, embaucándolos en proyectos que para ellos no eran más que inversiones fugaces o instrumentos de influencia, nunca apuestas duraderas. Prometen el oro y el moro y, cuando el juguetito les deja de resultar útil o se cansan de perder dinero, liquidan y se llevan sus millones a otras carteras de inversión. Pero quienes dejaron otros empleos o apostaron su futuro, su hipoteca y su familia por esa promesa tan espléndida y con tanta solidez financiera, se ven ahora con el culo al aire. Pero la culpa no es de nadie, es de la crisis, claro.

  13. Isa, con todos mis respetos, tu interpretación del texto de Maraña me parece de una ingenuidad casi enternecedora. Estoy de acuerdo con Sergio y, además, creo que su análisis de la crisis de ‘Público’ es extrapolable a todos los medios de comunicación, especialmente los periódicos. La gravísima crisis que vive la prensa se ha visto agravada, claro, por la coyuntura económica internacional, pero viene de atrás y no desaparecerá cuando la situación mundial mejore. La prensa escrita se muere, porque sus gestores la han dejado morir. Porque a cambio de unas monedas se han cargado lo único que podía ofrecer el periodismo: credibilidad. Y porque no pueden hacerse buenos periódicos con redacciones llenas de becarios, con urgencias que impiden contrastar y reflexionar los textos y con unas líneas editoriales tan marcadas que a veces es difícil distinguirlas de la censura.
    No, no soy optimista con el futuro del periodismo. Quizá porque soy periodista. Sé de lo que hablo, Isa, y te aseguro que lo que dice el director de Público es lo mismo que argumentan los responsables de todos los medios -sean de izquierdas o de derechas- en estos tiempos de crisis.
    Y mienten. Los periódicos se mueren porque cada vez los lee menos gente. Porque cada día están peor escritos y cada vez son menos interesantes. Porque sólo les importa la dichosa agenda política y ya no cuentan historias ni incluyen reportajes.
    Se mueren porque están gestionados por personas que creen que vender un periódico es lo mismo que vender una lavadora. Y no es verdad. Y por muchas sartenes, iPads y DVD que regalen, esto no tiene arreglo. Yo lo sé, Maraña lo sabe, y por eso su texto es vergonzoso.

    • viajeroaitaca

      Anakrix: plas plas plas

      Sugerenccia navideña: ábrete un blog; aquí ya tienes un lector

  14. viajeroaitaca: hace tiempo, Rondabandarra emprendió una intensa y extensa campaña en este blog titulada “Blog de Anakrix ya”, que saturó los comentarios. Y la tía borde pasó del clamor popular.

  15. viajeroaitaca

    Jo!

    Sería divertido veros luchar por el nº de visitas y de enlaces jajaja (con tono maligno)

  16. Republicano Independiente de Torrero

    Un poco tarde llegué a este post, pero leo en el blog recomendado por el Ulises la perfecta definición de lo que me pasa a mi como lector de periodicos: “Dejar de dar las noticias de ayer”. Eso, y que como él dice, no encuentro nada interesante en ellos, desde hace tiempo. Ah, como echo de menos sentarme 2 horitas con un cafe o una cerveza a degustar los periodicos….

  17. Rondabandarra

    Blog de Anakrix ya!!! (Reload)

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