NUESTRO DREYFUS

Varias veces ha salido el tema de Garzón en conversaciones informales y en corrillos de saraos, y varias veces se ha apelado a mi condición de periodista —que vaya usted a saber qué condición es esa, a estas alturas del cuento— para requerir una opinión informada al respecto. Si yo fuera abogado o juez o tan siquiera estudiante de Derecho en la facultad de CCC, lo entendería, pero me sorprende que la profesión con la que nominalmente trafico me habilite para sentar cátedra sobre un asunto del que, la verdad, no tengo ni puta idea.

Así lo digo: ni he leído la sentencia —ni la entendería aunque la leyese—, ni sé nada o casi nada sobre leyes de enjuiciamiento o límites a la instrucción judicial o qué circunstancias indican la existencia de una prevaricación. Sin embargo, me sorprende tropezar cada día con tanta gente cuyos conocimientos del mundo jurídico son incluso más pobres que los míos, pero que tienen una opinión firme y tajante sobre el particular que no se cortan en vocear en cualquier tribuna que se les pone a tiro. En particular, me sorprende la convicción que una parte no despreciable de la izquierda realmente existente tiene de que todo responde a un complot franquista o neofranquista.

Ojalá tuviera yo las cosas tan claras. Ojalá entendiera el mundo con la misma claridad que lo entienden ellos, con la identificación inmediata de los blancos y los negros y con las claves que explican todos los procesos.

Comparto mi pasmo con José María Ridao —que suele escribir con sensatez y solvencia, me identifico bastante con él—, que hace unos días publicó en El País un artículo en el que reclamaba una explicación, que alguien con los conocimientos y la capacidad de divulgación necesarias (que, sin duda, los hay en el gremio de leguleyos) nos dijera si de verdad doce magistrados del Tribunal Supremo han forzado la ley hasta hacerla coincidir con los objetivos de su complot y si de verdad el ordenamiento jurídico español es tan endeble que permite que los jueces puedan ajustar cuentas en términos mafiosos. O si, por el contrario, la sentencia condenatoria tiene un fundamento jurídico, si de verdad Garzón la cagó en la instrucción de las causas que se enjuician, al margen de los motivos justos o injustos que le llevaran a cagarla.

Yo, sinceramente, no lo sé, no tengo elementos de juicio. Es decir, que, como la mayoría de los opinadores sobre el particular, sólo tengo prejuicios. Morfológicamente: lo anterior al juicio.

Creo que no somos pocos quienes nos resistimos a creer que doce magistrados se atrevan a motivar una sentencia injusta y sin base legal. Cualquiera que haya visto dos o tres pelis de espías o que haya leído a Lenin sabe que lo fundamental en un complot es reducir al mínimo indispensable el número de gente involucrada en él. Cuantos más conspiradores estén en el ajo, más débil es la trama y más fácil es que alguno flaquee y se vaya de la lengua. O que se eche atrás. La información tiene que manejarse entre muy poquitas manos y circular muy levemente. Controlar una conspiración de doce personas es casi imposible, pero manejarla sobre doce jueces es delirante. Que ninguno disienta, que los doce acepten comprometer su prestigio, su carrera y su buen nombre sin que haya una fisura, unos hombros encogidos o una negativa no se lo cree nadie. Hitchcock no aprobaría un guión que contuviera esa premisa.

También me irrita el argumento que se ha dado de que la grabación de conversaciones entre abogados e imputados en las cárceles es una práctica común entre los jueces que no se castiga. ¿Y qué? ¿Que sea común e impune significa que es legal? ¿Que todos cometan una infracción me da venia a cometerla a mí? Siempre que tal cosa sea una práctica ilegal, que no lo sé. Pero, si lo es, la impunidad de los demás no debería eximir de su cumplimiento a otros.

Otro argumento muy repetido es que la fiscalía no quiso presentar acusación (o lo que sea que hace una fiscalía) y que, aun así, el juez admitió las querellas y siguió con el proceso. De nuevo, no entiendo nada. Supongo que la fiscalía y el juez que instruye las causas suelen ir al alimón. Pero, por lo visto, no es un requisito legal que lo hagan. La fiscalía puede pensar una cosa y el juez, otra distinta a partir de los mismos indicios. De verdad que no me parece un argumento de peso para concluir que los magistrados se han conchabado. Hace falta algo más para llegar a esa conclusión.

Mis prejuicios, tan injustificados como cualquier arrebato apasionado progarzón, me dicen que, efectivamente, a Garzón le tenía ganas mucha gente de la derecha, que lo de los crímenes franquistas no sentó nada bien y que querían aprovechar para arruinar su carrera. De hecho, creo que a Garzón le tenía ganas mucha gente con poder y capacidad de hacer daño. No creo que un juez tan expuesto como él y con un narcisismo tan aparentemente acusado gane muchos amigos año tras año. Antes al contrario.

Pero mis prejuicios me dicen también que sus enemigos, sean quienes sean, de dentro o de fuera de la judicatura, no han pinchado hueso. Han encontrado buena carne para morder. Parece que han hallado suficientes irregularidades y pasotes en su trabajo como para empapelarlo. Sinceramente, me resisto a pensar que, si las instrucciones de Garzón hubieran sido impecables, doce magistrados del Supremo habrían encontrado argumentos jurídicos para motivar una sentencia condenatoria. Quiero creer que el proceso abierto contra él, celebrado a puerta abierta y con cámaras de televisión, ha cumplido todas las garantías jurídicas que ofrece el ordenamiento del Estado de derecho español. Llámenme ingenuo.

Y puedo ser un ingenuo, no digo que no, pero yo entiendo las suspicacias cuando están sustentadas en argumentos, hechos y sospechas fundadas en pruebas. Y, de momento, no he visto nada de eso. Sólo vocerío y un punto de demagogia. Sí que puedo opinar una cosa: si Garzón ha prevaricado, no importan la justeza de sus razones ni la altura de sus ideales ni de los nuestros. Y si a otros jueces con delitos más graves se les aplican penas más leves, será cuestión de pedir cuentas por esos jueces. Si a mí me multan por saltarme un semáforo y otros veinte se lo han saltado antes que yo ante la mirada abúlica del guardia, lo justo es pedirle al guardia que multe también a los otros veinte, no que me condone la multa a mí.

Hasta el momento, lo único que he visto es un intento torpe de convertir a Garzón es una especie de Dreyfus, en una víctima de la furia de Leviatán. Pero creo que Zola lo tendría difícil para escribir aquí un Yo acuso, porque ni el personaje ni las circunstancias se adaptan. Especialmente, porque Garzón ha sido demasiadas veces Leviatán, y su muerte debería interpretarse en clave de suicidio.

En definitiva, que alguien que conozca el tema y tenga capacidad de explicarlo nos lo explique, por favor.

7 Respuestas a NUESTRO DREYFUS

  1. Por fin leo algo que entiendo, tampoco he leído la sentencia, ni tengo intención de hacerlo, no tengo deseos de pensar que lo ha hecho bien, ni mal, sencillamente no tengo ni idea, pero como dices, pensar que todo es una conspiración judeo masónica contra un juez también me parece excesivo, vaya ud a saber

  2. Ey.

    No creo que aclare mucho en lo que a leyes se refiere, pero aquí ( http://free-news.org/htm/NP-FRM-03.htm ) un catedrático de derecho, aparte de señalar que Garzón no es precisamente una víctima, dice:

    “Ha sido condenado por prevaricador por un tribunal plagado de fascistas, pero no lo condenaron por atacar al fascismo, sino porque hizo algo –vulnerar el derecho de defensa al que se deben los operadores jurídicos- que afectaba a los amigos de los fascistas”
    “Por eso se le condenó, y a esa conducta criminal se le llama prevaricación.”

    Hay un comunicado de AFAN, una asociación navarra de recuperación de la memoria histórica ( http://www.noticiasdenavarra.com/2012/01/28/opinion/cartas-al-director/la-asociacion-de-familiares-de-asesinados-de-navarra-afan-y-los-apoyos-al-juez-garzon ), que dice que Garzón jamás atendió, como juez de la Audiencia Nacional (antiguo tribunal de Orden Público franquista), a los cientos de personas que en Euskadi alegaron ser torturados. Tampoco prestó atención a los expedientes presentados por Amnistía Internacional, Comisión Europea de Prevención de la Tortura y otros, con pruebas de sevicias y torturas, así protegidas por Garzón, ahora metido a “juzgar al franquismo”.

    Yo tampoco entiendo mucho, pero a mi personalmente el juez Garzón no me da mucha pena. Y que sea el tema estrella de la “izquierda”, con todo lo que está cayendo, dice mucho de lo que éstos distan de la realidad.

    Por cierto, tu libro nuevo de tetas y malos, ¿se podrá comprar por internet?

    Salud.

  3. Al hilo de todo esto y de otro hilo tuyo anterior, le pido a la izquierda mediática un poco de mesura, en un sentido estricto, con la caída de Público. La viñeta de Manel Fontdevila sobre el tema me ha parecido ridícula Fontdevilahttp://blogs.publico.es/manel/files/2012/02/%C3%9AltimBlog.jpg.
    ¿Cuál es la situación de los trabajadores de Público respecto a su salida y los meses atrasados que se le deben? ¿que previsiones económicas se hicieron en relación a la tirada y el número de lectores? ¿qué formato de diario se estaba ofreciendo (una especie de gratuito cebado)? A Roures se le ha acabado la posibilidad de fidelizar al gobierno y cierra el chiringuito. En fin, el victimismo está definitivamente reunido con el pudor y la fortaleza. La izquierda ya no es estoica. Me acuerdo de la escena de Don Vito con Johnny Fontana; “Bua, bua…¡Eso es todo lo que te han enseñado en Hollywood!” Perdonad que me salga del tema, pero creo que guarda mucha relación.
    Respecto a Garzón, reconociéndome también como un lego en la materia; después de la última absolución del Supremo interpreto que lo mollar estaba en el tema Gürtel. Quedan chafados los heroicos de anti y profranquismo retrospectivos.

  4. Yo hablé sobre el asunto con un amigo fiscal justo después de la condena y me aclaró alguna cosa.

    Garzón es un poco chapucero, siempre lo ha sido. Lo que hizo con las escuchas no es legal, y él debía saberlo. Ahora bien, si en lugar de llamarse Garzón se llamara Pepito Pérez, simplemente hubieran tirado por tierra sus escuchas y punto. Es lo que ocurrió en el caso de Marta del Castillo. Se ha repetido que en ese caso también hubo escuchas pero se suele olvidar la segunda parte: fueron declaradas nulas.
    http://www.andaluciainformacion.es/portada/?i=1&a=62005&f=0

    En resumen: la condena es justa pero sí que hay intención de acabar con él. Se ha visto claramente cuando las otras dos acusaciones han quedado en nada. Una vez tenían a Garzón fuera de juego, ya no importaban.

    Pero la sentencia de las escuchas me lleva a una pregunta: ¿por qué no hacen lo mismo con el resto de jueces? Se han cebado con Garzón o son demasiado suaves con los demás?

    En cualquier caso, es una pena que tenga que recurrir a un amigo fiscal para enterarme de algo. ¿no estamos los periodistas para eso?

  5. Correcto lo que dice Raúl.
    La condena es justa pero es llamativa la dureza del castigo. Y este hecho es el que me lleva a mí a reflexión, que la noticia sea que han condenado a un juez que ha hecho las cosas mal. Porque lo habitual es que los jueces que hacen las cosas mal se queden con una simple reprimenda del Consejo General del Poder Judicial en forma de multa o similar.
    Hay jueces para quienes la palabra “zorra” aplicada a la pareja no tiene connotaciones peyorativas ni revela agresividad ninguna; otros que fundamentan sus sentencias para denegar adopciones a parejas homosexuales en argumentos claramente ideológicos; algunos más que descuidan sus deberes y sus fallos resultan en la libertad de un hombre que poco después acaba con la vida de una niña de cuatro años. Y más ejemplos.
    Lo grave no es pues, en mi opinión, que se condene con dureza a quien hace mal su labor de juez, sino que no se condene con similar dureza a otros miembros de la carrera judicial que tampoco parece que hayan hecho un gran trabajo. El corporativismo, vaya.
    Sobre la condena de Garzón y el estado de opinión que desde la izquierda se ha generado al respecto, me parece que mantener la confidencialidad de las conversaciones entre los detenidos y sus letrados es fundamental para preservar el derecho de defensa. Si mezclamos churras con merinas sacando a pasear el fantasma del tardofranquismo cuando lo que se está juzgando y condenando es la violación de este principio, lo que en el fondo hacemos es atacar uno de los pilares básicos del estado democrático. Y con eso no se juega.

  6. Aquí tienes una explicación que se entiende y el hombre parece saber bastante de lo que habla: http://www.jotdown.es/2012/01/tsevan-rabtan-conoce-usted-sus-derechos/.
    Pa mí que se han quedado cortos. Yo juzgaría también a Pilar Bardem y la inhabilitaría para cualquier manifestación durante los próximos once años.

  7. Gracias a todos. Para El Papa Sixto IV: mi nuevo libro de tetas se podrá comprar en todas partes. Tiene muy buena distribución nacional y latinoamericana. La Casa del Libro, Fnac y Amazon lo tienen. De hecho, Amazon ya lo ofrece en stock:

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